domingo, 18 de julio de 2010

Otra vez














La ignorancia del hombre joven, hace al viejo un sabio. No todos los hombres nacen con la facilidad de amar. No todos los hombres adoptan los valores necesarios para saber amar. Solo muy pocos lo hacen, sólo algunos locos lo consiguen. Y allá van. Luchando contra la vida, contra viento y marea. La imposibilidad de dar a conocer lo que uno siente, por el simple hecho de no saber que piensa el otro. El miedo al ridículo, y el temor al rechazo. Mil y un historias nos agobian, antes de dar el primer paso. En ese instante en que nos arriesgamos a caminar, sabiendo que en cualquier momento podemos caer al vacío, pedimos aceptación. Pedimos que nos miren distinto, pedimos que nos entiendan. Pedimos tantas cosas que no sabemos ya ni lo que pedimos, y todo porque no sabemos cómo actuar. Y ahí estamos, parados frente a la otra persona, mirándola fijamente, y con esa mirada, diciéndole a gritos todo lo que sentimos, esperando que nos entienda, con el deseo vano, de que se de cuenta de aquello que con su cálida mirada nos produce. Y seguimos intentando, y esta vez vamos por más. Y pasamos de mirarlo a escribirle, y de escribirle a hablarle. Y ya no sabes donde estás, esta vez, te perdiste en mil palabras, te perdiste en sus ojos, y te tocó perder. Sin más, otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario