jueves, 8 de enero de 2009

Las personas, las cosas y yo














Una increíble sensación nace en el aire, es un poco de insensatez, mezclada con idiotez.
Hay tres cosas en esta vida, tal vez las más importantes, desde mi punto de vista, mi perspectiva. Las personas, las cosas y yo.
Las personas, como todas, van y vienen, solo algunos pocos e iluminados, se quedan conmigo luchando contra la marea, abriendo los ojos, y logrando que nada se vuele. Las otras, siguen de largo, siguen un rumbo desconocido, a lo largo y a lo ancho, sin (tal vez) encontrar su camino (también llamado destino). Ellas, inevitablemente, para sobrevivir, y subsistir, deben estar aferradas a las cosas.
Las cosas de la vida. El ida y vuelta, el concretar relaciones, y terminarlas, el lograr ascensos y perderlos, el ganar y perder constante. El materialismo se hace piel, en unos cuantos, y deja de lado el romanticismo y el amor. Todo se pierde en un solo momento; en el momento en que nos dijeron: ¡ADIÓS¡
Nada vuelve, a menos que nuestra persistencia sea incomprensible. Los parámetros de la vida ya no existen, porque ya nada importa, hay más de uno que ya no valora su vida, y todo, poco a poco, se va por la borda.
Se me dio por pensar, en todos aquellos que malgastan y pierden las oportunidades, en los que mienten y logran armar grandes mentiras. Y lo peor es que los que fueron engañados son los que terminan sufriendo, pero a su vez mintiendo, como si no se hubiese aprendido del error, y los mentirosos lo siguen haciendo, porque tiene aires de superación, que van por encima de todo, y si nadie los baja, su ego crece. Pero cuesta bajar tantos pájaros y todos de un mismo tiro.
Y después de todos ellos estoy yo. Que voy al margen de todo, sin meterme, ni preocuparme. Sufriendo lo poco, y apaciguándolo cuando se puede, con quien se pueda. Muy de vez en cuando me meto entre la relación cercana, personas-cosas. Y cuando me refiero a cosas, también me refiero a relaciones (amistades o amorosas), logros, metas, juegos, etc.
Cada vez que me introduje en esa relación cercana, salí siempre damnificado, pero favoreciendo a los dos que con una mentira estaban haciendo lo más, visiblemente, hermoso del momento. Y por si fuera poco, nadie notaba el cambio, y el simple, gracias se volaba con el viento.
Pero hoy tomé una decisión. Las personas y las cosas, tienen un rumbo y yo, tengo otro.
En el momento en que algunas personas se bajen de ese círculo vicioso y se acerquen a mí, las puertas de mi vida, estarán siempre para recibirlos con una gran bienvenida.
Las cosas simplemente, cuando se cansen de la cotidianeidad, que hoy tienen, la mentira, la falsedad, la ingenuidad (real o ficticia) y otras tantas cuestiones; sé que vendrá a buscarme, y me dará una mano, para ponerme donde realmente debería estar. Con los pies sobre la tierra.
De ahora en más, qué prefieren hacer, ¿mentir y seguir un círculo vicioso sin fin, o bajarse y esperar a que la vida los sorprenda?
Yo ya tomé mi decisión, el resto lo dejo en sus manos.

viernes, 2 de enero de 2009

Mi vida y yo














Ayer me dijeron que es admirable como lucho por mis sueños, y por todas esas cosas que amo. Y más allá de que este comentario me halaga, hay algo que a mi me corre en contra, porque el reloj me gira para atrás, y eso me convierte en alguien impulsivo, inconstante, impaciente, y arriesgado.
Aunque me acostumbré a perder y errar, siempre intenté mejorar. Y aunque todavía no alcancé ninguna de todas esas cosas que ansío, sigo el camino de la vida, porque otra no queda.
Más allá de que noto que la gente me empezó a valorar, por cómo soy, por quién soy; todavía no encuentro a esa persona que me vea especial por sobre todos los demás. No tengo el placer de toparme con ese ser hermoso, que además de ser tan hermoso como tantos otros, se diferencie, por amarme sola y únicamente a mí.
Hoy me di cuenta, que lo que realmente creo que quiero, no lo quiero, y aunque decir esto es una decisión apresurada, voy a hacer lo imposible por mantenerlo en la realidad, aunque sé que cuando ella vuelva abrazarme, tan hermosa, descontrolada e impulsivamente como ella sabe hacer, yo voy a volver a caer en las temblorosas garras del amor y ahí perderme.
Tengo ganas de desaparecer de una vez por todas, y de volver a empezar, o quiero que a partir de hoy todos me empiecen a conocer por quién realmente soy y por lo que llevo adentro, y no por mis apariencias. Porque mis palabras pueden mentir y mi cuerpo puede ocultar (como bien hace), pero YO no. No puedo, mentir, ni puedo esconder, ni ocultar.
Me encantaría que todos los seres que amo, puedan mirarme y ver en mí alguien gracioso, simpático, bueno, loco, serio, real, sincero, honesto, “amoroso”, tierno, dulce, amigo, inteligente, interesante y por sobre todas las cosas confiable.
Pero no le puedo pedir eso a todo el mundo. Sólo hay personas, especiales y marcadas con la única capacidad de ver con los ojos del corazón y poder llegar a esto que pido.
Lo único que me queda por decir es que mi vida, se convirtió en un reloj donde el tiempo corre, y cada oportunidad que pierdo, puede no volver, y que cada abrazo, y que cada charla, pueden ser solo parte de un pasado incierto.
Ahora que alguien más guarda el único secreto que JAMÁS le conté a nadie, espero sentirme mejor, y poder mostrarme tal cual soy, sin más misterios, sin más nada, simplemente, siendo yo.

Tan perfecto, tan imperfecto


















Empiezo a pensar y traslucir las mil sensaciones que ya viví. Las imperfecciones de la vida me hacen feliz, es algo que cuesta expresar y traducir. Lo perfecto me alegra, lo imperfecto feliz me pone, una mezcla de los dos, yo necesito. Pero ya no lo siento, ya no lo explico. Me harté de buscar lo inexplicable. Lo inalcanzable. Aquello que deja verse pero no tocarse. Ni acariciarse.
Lo que yo más quiero se escapa, cual si fuera una rata que huye despavorida. Pensar que la rata es esa amiga de la vida. La que una sonrisa me saca, la que con sus palabras me atrapa. Aquella que me ama pero no me lo dice, aquella que me deja creyendo que no la quise.
Pretendo recuperarla, alcanzarla, devolverle la magia que algún día le di. Enamorarla, utilizando mil artimañas. O contarle de esas hazañas que yo siempre quise y nunca viví.