viernes, 12 de junio de 2009

Destino anunciado














El joven imberbe y petulante, creía vivir en un mundo de ignorantes. Creía en las acciones incesantes, y en los pensamientos divagantes. La moción que lo atacaba, era presunta y delicada, era distinta y aplicada, era divergente y mal hablada. Partidario de la misantropía, con tendencias a una cruel antipatía, estaba lleno de sensaciones que se juntaban para hacer una huelga contra la alegría. Miembro de la estirpe que lo congeniaba, miembro del odio hacia la gente que lo rodeaba, miembro de tantos estúpidos partidos, miembro por siempre de su condenado destino. El pequeño joven, tan insolente y descarado, estúpidamente agravado, por su odio desahuciado, encontró frente a frente a la muerte, y en un despido final, grito ante toda la gente, me voy de este mundo cruel, desde hoy y para siempre.

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